miércoles, 18 de diciembre de 2013

La historia de "La Violenta Oficina"

"Guacalazos de agua" solo leerlo me recuerda a que me ahogaba de la risa y del agua que me entraba en la boca...no sé cuántas veces pase estilando la tarde y tratando de concentrarme para terminar lo que tenía que terminar mientras me reía sola recordando las muladas que me habían hecho reír o pensando en una posible “venganza”

Y no solo eso…de repente jugar un poco de Nintendo para distraerse, guerra de azúcar de sabores hasta que los granos te llegaran hasta donde no creías posible algún día tenerlos, especializarse en el uso de “paint” para hacer “chocas” y reforzar las chingaderas creando montajes de historias chistosas como cuando le “tostaron los huevos a alguien”. Guerras de limpia vidrios o pulidores de muebles….y después de todo esto, nada más quedaba limpiar todavía riéndonos de lo que acabábamos de hacer. Y muchos no lo creerán pero todo esto pasaba en la oficina, solo de recordarlo aún me da risa.

Cuando llegue a esa oficina, estaba en un lugar donde no pertenecía pero no había otro espacio físico para ubicarme…me intimidaba la “jefa” del lugar, la chava que me daba la inducción se me hacía buena persona, tranquila y pensaba que seguro no teníamos mucho en común. Había un amigo de una amiga que había visto un par de veces…no lo conocía pero cuando lo vi dije “al menos alguien conocido”. Había un “nuevo”, recién casado (aburrido) y otro chavo más al con el cual me lleve bien rápido y cuando supe que lo habían despedido al poco tiempo de yo haber ingresado…no dude en ponerle apodo a la suplente “la chava”, de la forma más despectiva posible.

La chava que nada que ver…aparte de amable con el paso de los días me di cuenta que era muy alegre y parrandera. Alguien que no le tenía miedo de llamar a las cosas como eran, alguien que había vivido muchas cosas pero que por la forma en la que veía la vida y llevaba la suya nunca te podrías imaginar lo que había detrás, alguien con la que pase varias chingaderas que las recuerdo (o lo poco que puedo por efectos de alcohol social) como momentos en los que estaba super contenta. Por ella conocí también al “mudo”, él trabajaba allí…pero no hubiera podido conocerlo como amigo si ellos no lo hubieran sido. El “mudo” es alguien un poco cambiante de humor, sarcástico y a veces sin piedad pero siempre me reí de las muladas que decía y siempre la paso bien cuando está cerca o se pone una babosada en la boca para hacer como gato jaja.

“La jefa” era todo, menos intimidante…como cosa rara, empezamos a platicar y nos hicimos amigas. Con la amistad me di cuenta que compartíamos una historia similar y diferente a la vez, con ella al igual que con la chava nada que ver podía hablar de cosas con las que nadie más podía.

“La jefa”, antes de hacernos amigas…creyó en mí y me abrió la segunda puerta en ese lugar, incluso yendo contra la corriente que una corriente creo (lo siento, tenía que escribirlo jaja), eso es algo que siempre le voy a agradecer. A la jefa también le gustaba molestar y muchas veces fue cómplice de las muladas que hacíamos.

El “nuevo”, el recién casado…se miraba tímido, pero no era más que otro como yo esperando a sentirse cómodo para agarrar confianza y empezar a decir las muladas a las que estaba acostumbrado…pasábamos más de 8 horas en el trabajo y siempre inventábamos alguna mulada para reírnos. Tanto era el rollo que “la chava” dejo de ser “la chava” para ser el centro de las chingaderas, no lo digo en mal plan…es solo que qué hubiéramos hecho sin “la chava” vrd…? Jajaja y aunque por momentos me enojaba porque o no aguantaba la chingadera o aventaban mi billetera…al rato ya estaba molestando otra vez. Estoy segura que “la chava” y “pueltolican boy”, osea el amigo de mi amiga, nos llegaron a odiar por un momento. Pueltolican boy, era alguien muy responsable y talvez un poco más maduro…bueno no, era más aburrido que el resto. Sé que se cansaba de escuchar tanta idiotez pero a veces se unía a la fregadera y era agradable verlo reír, la idea de todo eso era también sacarlo de ese cuadro al que él solito se había metido. “La chava” aportaba otro elemento…el bendito/maldito IPOD! Jajaja la música salsera no dejaba de sonar y por momentos me desesperaba tanto hasta que encontramos el escape de bromear con lo que sonara “…flaca, tu te quieles casal?” , “…chino y nacho”, entre otras. Estoy segura que la chava tenia pesadillas de todas las chingaderas que le hacíamos.

La primera en partir por una mejor oportunidad fue la chava que nada que ver, seguiría cerca pero ya no en la misma oficina. Pero no dejábamos de ir a comer con ella y apare que las fregaderas “after office” seguían así que a pesar de que sintió la diferencia, no se perdió la amistad.

Cuando “la jefa” me dio la nueva oportunidad…llevaba ya un año en el lugar y en mi lugar venia un chavo que había visto antes en la universidad. Usaba gorra y le hablaba a mi hermana…de allí lo conocía, solo de vista. Se reía de forma rara y como ya lo había visto me reusaba a hablarle mucho hasta que por la chingadera ya no era posible y termino siendo uno de mis mejores amigos (hasta la fecha). Siempre hubo una constante chingadera con el tema de que era “marica” y el hecho de haberse colgado de “la chava”.

Todos ya nos conocíamos y ya habíamos encontrado el modo de los demás, de repente…la noticia, “el nuevo, el aburrido, el recién casado” que ahora era mi cómplice de las muladas se iba de la oficina y si me puse triste porque el que él se fuera significaba que se llevaba la mitad de la chingadera de ese lugar. He de aceptar que pase un tiempo molesta por la situación, era mi amigo y no quería que se fuera pero se fue y por una estúpida razón estaba molesta.

Quien llegaba en su lugar era alguien que no platicaba mucho “el ñoño” le puso alguien por allí. No me equivoque…era más serio y por un tiempo hubo más silencio de lo normal y pues allí íbamos.

Cuando la siguiente noticia fue que el “marica” se iba de allí…con quien iba a fregar a “la chava” ahora?? Llegaba un tipo grande que lo miraba compartir con la gente de contabilidad. Estoy segura que los de contabilidad de cualquier empresa son aburridos y pues un poco creidito el tipo. No sé con qué apodo mencionarlo porque le puse tantos…”el gordo” le decía pueltolican boy. Pues, el gordo no llego a nada más que a poner al día a “la chava” de las chingaderas que “el nuevo” había dejado pendientes con su partida y yo, yo había encontrado el nuevo cómplice de las muladas. El gordo y yo éramos muy diferentes…yo un niño tosco y vulgar y él, tenía un lado tan marica que daba náuseas.

En medio de eso, por un tiempo estuvo el picho…que fue divertido conocerlo. Estuvo unos meses o no estoy segura. Se cambió y “el mágico” entro. Había hablado con él pero…nada más. La Jefa del mágico tenía su propio imperio y el, él era su alfil principal. Pensé que era como ella, pero me volví a equivocar.

“El ñoño”, “el gordo”, “la chava”, “la jefa”, “el pueltolican boy” y “el mágico” y yo agarramos confianza y la oficina había agarrado estabilidad siendo “la violenta oficina”. Llegaba a visitar “la chava que nada que ver” y “el nuevo, el aburrido”.

Siempre nos dividió una pared…hasta que un día el gran jefe decidió botarla y el único beneficio era que la chingadera era más espontánea y todos nos escuchábamos y nos burlábamos de todos. Estar allí a pesar del estrés terminaba siendo agradable o al menos nos reíamos. No había día que no nos riéramos. Lo malo, era que cuando yo me enojaba o estaba muy estresada, aportaba un ambiente pesado y tenso para todos. Ese era uno de mis tantos defectos…porque tampoco estar a la par mía era algo del todo agradable jeje.

La nueva oportunidad, me dio muchas cosas y me costó un tiempo agarrar el ritmo y liberarme un poco hasta que llegue a dominar lo que hacía y me gustaba mucho. Nunca nada era igual, siempre había algo diferente y siempre iba implícito el desgaste por las tensiones. El reto de ese trabajo era demostrar que una patojita relativamente nueva en la empresa y sin mucha experiencia sabía lo que hacía. Llevaba ya un año y medio en el lugar y estaba cómoda. La comodidad era algo que me asustaba y por mi cabeza pasaban otras ideas. Esa oficina, la violenta oficina era como un nido, yo había aprendido mucho allí y seguía aprendiendo, confiaban en mi trabajo y tenía el lujo de seguir siendo “el niño” que era…quien no iba a estar contento así no? pero como era de esperarse, yo iba a buscarle darle un giro a mi vida y traerle un poco de inestabilidad y crecimiento. Alguien un día me dijo…que yo era bien loca, que era mi propia destrucción y esta persona no me conocía mucho, pero sí…tenía toda la razón.

Tome la decisión de renunciar un 10 de febrero, mi cumpleaños…ese día aunque trate de pasarla bien con todos, solo no pude. Tenía la ansiedad y sabía que le debía honestidad a la jefa, más que como jefa, como amigas que éramos…Debía comunicarle lo antes posible mi decisión. El finalizar el día me senté con ella y renuncie. Renuncié chillando como niña chiquita simplemente porque yo sabía lo que estaba dejando. El slogan de esa empresa era: “….nos hace familia” y si, yo estaba dejando a mi familia. Me iba persiguiendo la meta de mi vida, me iba con cierta impulsividad que me caracteriza y con una corazonada que me aseguraba que era el momento, la hora y la forma. Pero solo de pensar que dejaría lo que tenía me daba mucha tristeza y me costó mucho tomar la decisión.

Cuando entré a esa empresa, estaba equivocada desde el inicio…pensé que todos eran lo que yo creía y no, todos eran lo contrario y todos…cada una de las personas con las que me relacione, aportaron algo en mi vida en el momento. Me pelee con muchos pero podría asegurar que también me reí con todos. Nadie pensaba que yo era lo máximo, al contrario, siempre fui y he sido difícil de tratar, pesada y odiosa. La gente que era y fue parte de esa oficina, era esa familia que había hecho lo sabía y aun así me querían.

Nunca voy a olvidar mis últimos días allí…estaba muy triste y en el almuerzo de despedida simplemente no podía dejar de llorar apenas pude comer. Las palabras de todos, las llevo conmigo. No me lo esperaba y mucho menos a tanta gente en el lugar. El gran jefe de ese momento me dijo algo que me hizo saber que algo había hecho bien y entendí que talvez era el mejor momento para mí.

No creo la violenta oficina sea lo que era. Había soportado muchos cambios y en algún momento tenía que renovarse y adaptarse a los cambios que había sufrido. Estoy segura nunca voy a encontrar una igual. Empecé desde cero nuevamente, en otro lugar, hice las cosas muy difíciles simplemente porque me costó adaptarme a algo nuevo dejando a esa familia a la que ya me había acostumbrado. Alguien me dijo: “no dejas a tus amigos…solo vas a hacer nuevos” y si, en efecto así era…mis amigos de la violenta oficina son mis amigos. Con algunos no tengo la misma comunicación pero siguen siendo parte de mi historia y cuando me detengo a ver mi vida los recuerdo y me aún me rio de las idioteces que hicimos.

Me fui buscando crecer…no he dejado de ser ese mismo niño que conocieron, talvez ahora por lo que hago use zapatos de tacón y ahora me cueste más agarrar el ritmo de las fregaderas pero sigo siendo la misma, en otro lugar, con otras personas pero…solo vine a hacer más amigos. Y aunque no acostumbro a decirlo quiero mucho a cada uno de las personas que fueron parte de esa oficina, de ese tiempo que pase allí. Y talvez deba disculparme por tanta chingadera jeje

En la violenta oficina, era irresponsable e inmadura pero, esa es solo otra definición de niño no?

Kiki
Miembro oficial de: “La violenta Oficina”

6 comentarios:

  1. Respuestas
    1. miss u loba!!! espero q la vieja no se haya mascado ajajaj llll,

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  2. Y bueno, si de decir las cosas como son se trata... Te quiero marica!!!

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  3. Sólo aclarando... lloro si.. como niña chiquita no.... lloró como la chilindrina tal cual... cierto piernudita?...son pajas vieja. .. te quiero mucho...

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    1. si lo seeeee!!! jajaja gracias por comentar :D espero no te hayas molestado jeje

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