martes, 3 de junio de 2014

El circo



Con una mirada perdida, el silencio creado en la cabeza se rompió. De repente miles de ojos clavados fijamente hacia quien en ese momento, servía de bufón. Momento surreal donde las risas dejan de ser risas y las caras se alargan para dibujar la maldad en la cara de los asistentes. 

Maldita sensación que sube a la cara y la hace sentirse caliente. Inevitablemente, sonroja las mejillas quedando expuesto y vulnerable ante el podio y los espectadores hambrientos de humillación. ¡Que empiece la función! 

El maestro de ceremonias, dirige la función. Es como esa sensación que se siente mientras se camina desnudo por la calle durante el sueño, angustia que crea una nube de vergüenza por algo que no debe de ser.  

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