Por esas calles largas de grandes paredones y portones
residenciales, iba empujando una señora voluptuosa su carreta de granizadas y
junto a ella sus dos hijas menores de edad. No estoy segura cuantos kilómetros
llevaba caminando la señora, pero se iluminaron sus ojos cuando nos detuvimos a
hacerle “la primera compra del día”.
Su hija más grande tenía alrededor de 16 años, cargaba
a un pequeño bebe. Mi mamá (que no es nada shute), pregunto de quién era el
niño...la expresión de la señora cambio inmediatamente y la decepción se percibía
en su rostro. – “Es de ella…” – y doña
shute dijo: “Pero si es solo una patojita…”, no estoy segura de cuánto tiempo
llevaba la señora de las granizadas con esa rabia en el pecho y explotó….
“Yo
como le decía que estudiara, que aprovechara la oportunidá que yo no tuve…ahora
con lo que gano de las granizadas tengo que comprar pañales y leche porque no
me hizo caso. No todos tienen la oportunidá, a mí como me ha costado, no solo
ella, si no mis otros dos patojos. Yo nunca aprendí a leer ni a escribir, yo no
quería lo mismo para ellos…ahora ni siquiera regresar a la escuela quiere”
La muchacha solo escuchaba a su mamá hablar, mientras
la vergüenza hacia que bajara la mirada…le falló, lo sabía y lo sentía. Y como
buena vieja de vecindad, mi mamá se metió a preguntar por el “papá” del pequeño…y
así como el fuego se exalta cuando se combina con gasolina, así se puso la señora:
“Sólo
le planto su domingo siete y el loco se hizo, no quiere hacerse responsable. No
da el gasto y pues al niño hay que darle de comer… - ¿Y usted lo conoce pues?, dice
doña shute mientras la pellizco para que se calle - …conozco pues, yo como le
hablaba a estos patojos, solo me la burló, ahora que ni suyo dice que es…”
El ambiente se hacía más tenso, el tema se volvía más incómodo
mientras la señora seguía raspando el
hielo...
La
oportunidá seño, eso le quise dar a mis hijos…mi mamá no me dio a mí eso, yo no
sé leer, ni escribir. En lugar de pagarle a ella su escuela, mejor hubiera
aprendido yo. Pero ya estoy vieja y no los puedo obligar...igualito esta mi
otro patojo, al menos él ya tiene su propia carreta.
“La oportunidá”,
no sé cuántas veces lo menciono pero me dejo pensando en su situación, en la de
su hija y en la de muchas más familias que no tienen un empleo fijo y que salen
a las calles con la esperanza de poder llevar a casa un pedazo de pan. De esta historia, tome usté la "leccion de vida" que mas le parezca...
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